domingo, 20 de mayo de 2018

Violencia estructural (Trabajo EIDÓS)

Nuestro proyecto consta de cuatro fotografías que muestran dos escenarios completamente diferentes. Cada escenario está compuesto por dos fotografías. En la primera dupla de imágenes aparecen dos sujetos: uno aparece proporcionándole golpes a otro y este segundo intenta defenderse de los ataques violentos del primero. Y en el segundo escenario, uno de los dos sujetos cambia su atuendo (con esto queremos representar un uniforme). Hemos decidido no utilizar un uniforme o que se asemeje a uno real porque lo que buscamos no es una representación fiel de un cargo en concreto, sino transmitir cómo puede mutar la reacción de un individuo al asociar tales símbolos con un cargo. En este segundo contexto, el sujeto que se defendía en la primera escena ahora muestra una actitud pasiva. Tras la segunda escena, y a modo de reflexión, queremos lanzar la siguiente pregunta —que será el título que corone a las cuatro imágenes—: «¿Por qué en la primera escena el sujeto que recibe la violencia se defiende y en la segunda no?»

Con esto queremos cuestionar la legitimidad de la violencia ejercida por las fuerzas del Estado. ¿Por qué es legítimo que la Policía ejerza violencia? ¿De dónde proviene esa legitimidad y por qué nosotros le damos ese valor simplemente por ostentar un cargo que no tiene valor por sí mismo? En la segunda escena, el sujeto que no se defiende tiene aprehendida una idea: el que ejerce la violencia sobre él lo hace con legitimidad y por eso no se defiende. Cualquiera que contemplase las imágenes se preguntaría qué sentido tiene que el sujeto pasivo le dé ese valor al sujeto activo. Eso queremos trasladarlo a la realidad y preguntarnos por qué nosotros le damos a la Policía el mismo valor que el sujeto pasivo le da al sujeto activo.

1 comentario:

  1. Una cosa es la violencia legítima que se pone en manos de las fuerzas de seguridad del Estado (y llevaría a reflexiones muy interesantes) y otra muy distinta la "violencia estructural".No es la opresión violenta la que hace al obrero ser obrero. Es más, nadie diría que los de abajo están abajo a la fuerza. Hablamos de una violencia estructural, no de una violencia policial, estatal, etc. “No se expulsa sin violencia a un campesino de su tierra y el historiador puede recopilar un catálogo indefinido de experiencias al respecto; pero una vez que se ha expulsado al campesino de su tierra, unas cuantas generaciones después, ninguno de sus nietos sentirá que se le hace violencia por hacerle nacer en Glasgow (…) El tema ya no es, por tanto, la violencia que se ejerce sobre el obrero – que ahora aparenta ser libre – sino la violencia en la que consiste el hecho mismo de ser obrero (…) La cuestión es que el hecho mismo de que haya obreros es un hecho violento. Incluso en el caso de que se trate de los obreros mejor tratados del mundo “ (Carlos Fernández Liria. El orden de El Capital)

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